Hace poco me dijeron que no se podía tener todo en la vida, y honestamente esa frase me sonó muy vacía y lejana. Soy una persona que lucha por sus metas y sueños con perseverancia. Sin embargo, hay parte de realidad es esa afirmación y va muy de la mano de la voluntad de Dios.
Hay situaciones sobre las
que no se tiene control, van mas a allá de lo que humanamente puede hacerse y
no queda más que entender que en efecto hay sueños que no se cumplen y esto
duele, duele mucho, como humano tu corazón se niega a entender por qué algo que
querías con tanta fuerza no llega a tu vida, por qué Dios no te la dio y tu
corazón se parte en mil pedazos; sin comprender, sin asimilar, sin aceptar.
Todo esto es normal, toca vivir el proceso hasta retomar la calma y la paz. No tiene sentido autocompadecerse, quedarse lamentándose porque hay algo que no podrás tener en tu vida, hay miles de cosas que si tienes y hay dos opciones: o te decides a ser feliz con lo que hay, con lo que Dios determinó que era lo mejor para ti o te quedas amargado, llorando y molesto porque no se cumplió eso que tanto querías.
Yo escojo ser Feliz,
agradecer todo lo que Dios me ha dado, mi salud, mi familia, mis amigos, mis
posibilidades, aunque surgen preguntas y me lleno de dolor se que Dios toma mejores
decisiones que yo, me lo ha demostrado muchas veces. Mi futuro está seguro en
sus manos, me toca seguir flojita y cooperando, con el firme propósito de
mantenerme en gozo, siempre digo yo muero de pie y de eso estoy convencida.
Ninguna circunstancia es mas fuerte que el Dios en el que creo y aunque no
siempre responde lo que quiero se que me ama y me da lo que necesito y lo que
bajo su propósito para mi vida es mejor.