lunes, 25 de febrero de 2019

Confianza


Es una palabra que repetimos tanto pero a veces no le damos la importancia que tiene.
Normalmente vivo predispuesta para lo bueno pero también soy una persona precavida.  La confianza debe irse tejiendo con la interacción y no se trata de desconfiar sino de resguardar nuestra integridad, por ejemplo:  no me montaría en un carro con un desconocido,  no le daría a cuidar mi dinero a cualquier persona, no invertiría sin mirar los riesgos;  pero de forma general no ando con el pensamiento de que los demás quieran perjudicarme o sacar ventaja, creo en una raza humana con valores pero estoy consciente de que existen quienes no los tienen y hay situaciones a las que no me expongo.
He hablado con personas que me dicen: “yo no confió en la gente, piensa mal y acertarás, me he llevado cada fiasco con gente en la que ayudado” y analizando la raíz de cada caso en particular he podido deducir como opinión muy personal que el factor común ha sido el no saber establecer la relación de confianza y creer que porque alguien vista bien, va a tu misma iglesia entonces es confiable.
Como persona a la que gracias a Dios le ha ido muy bien en el tema en cuestión te puedo recomendar mi premisa sobre la confianza: debemos entender que no podemos confiar de manera instantánea sino que tal como se construye un puente por ejemplo,  ir trenzando los hilos de confianza de a poco y así nos evitaremos malos ratos. No basta solo con ser positivos tenemos que ser precavidos pero sin caer en la paranoia ya que es innegable el hecho de que somos seres sociales y debemos relacionarnos con  las demás personas, si andamos pensando que todos nos harán daño sería muy difícil el integrarnos sanamente a la sociedad y eso será lo que atraeremos a nuestra vida ya que atraeremos lo que pensamos.